La mayor parte de las alteraciones humanas esconden algún tipo de exigencia.

Albert Ellis

Si nos disponemos a recorrer a caballo un millar de leguas convendrá sustituir el látigo por la caricia y las espuelas por palabras cariñosas. Si pretendemos resolver un problema técnico, bien sea de química o de matemáticas, dejemos a un lado el rigor que encarcela al ser intuitivo que late dentro y afloremos la creatividad con confianza plena. Si uno quiere que sus compañeros y parientes hagan esfuerzos y horas extras que se olvide de las amenazas y los gestos con que acompaña sus exigencias.

 

Cuando apretamos las tuercas al tornillo, hay un punto álgido y mágico que, si se pasa, la fuerza se vuelve en contra y la labor se pierde completa. De la misma forma, la actitud que al otro reprime y presiona, mata los brotes del alma. La exigencia anula la espontaneidad de este mundo gratuito en el que estamos dispuestos a poner esfuerzo por motivación y no precisamente por coacción y amenaza.

 

El río fluye a lo largo del cauce mientras acaricia a las piedras. La fuerza de la corriente mueve su curso cada metro sin exigencia alguna de llegada. De la misma forma, cuando se vive una vida desde el adentro, uno aprende como rodear los obstáculos sin tener que apretar los dientes e imponerse a las resistencias. Fluyamos por la corriente y confiemos. Si hay alguna detención, que sea por algo que no suscita amenaza ni violencia.

 

Las flores del campo y los ángeles de alas grandes y amplias hacen su labor, de manera suave, con el refinamiento que su belleza expresa. Hoy es un día en el que cabe, en el mismo espacio, tanto la benevolencia como la firmeza. Una combinación explosiva cuando se ponen en juego proyectos que requieren eficacia y conciencia despierta. Cuando fluimos en armonía, todos los instrumentos suenan bien y se acoplan rápido al conjunto de la orquesta. Atención al fluido hermanado y creador que cierra el paso al miedo anticipatorio por el que “perdemos los papeles” y nos instalamos en la rigidez y las posturas tensas.

 

Y así como el medioambiente precisa de cuidados para evitar la contaminación, de la misma forma conviene liberar la atmósfera psíquica de tensiones que rompen la exquisita vibración de las conciencias más abiertas. Eso no quiere decir debilidad, ni tampoco blandura mediocre y sosa. El sosiego es un estado mental que podemos entrenar para lograr neutralizar la ansiedad del que ha perdido el momento presente y se ha instalado en el miedo en vez de en la confianza.

 

Si apostamos por la paz y dejamos atrás el viejo camino de la supervivencia y de la guerra, controlemos el tono de voz y hagamos con atención refinada todas las cosas por grandes o pequeñas que sean. Muy pronto, encontraremos personas que también han llegando a cotas de inofensividad, sin por ello mostrase pusilánimes o con ideas poco claras. Son personas con las que compartir las puertas abiertas de nuestra esencia.

 

Si todavía uno cree que no hay más remedio que gritar con exigencia para ejercer un poder con amenaza de condena, recuerde que un programa de tal naturaleza no es algo que uno necesite para pedir respeto o lograr que los demás hagan bien las cosas, sino que se trata de un estilo, a menudo aprendido en la familia de origen y no suficientemente observado en su propia persona. Recordemos que hay otros caminos más flexibles y, en la mayoría de los casos, de mayor liderazgo y eficacia.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.