CREATIVIDAD – Inteligencia del Alma
Seamos fundadores de nuestra propia religión personal.
Salvador Pániker
En aquellos tiempos en los que la tribu tenía que parar los pies al “listillo” que no respetaba la propiedad privada o bien contener los impulsos de los arrogantes, la sociedad se vio obligada a crear un “cuerpo de policía” capaz de asegurar las reglas de convivencia. A lo largo de la Historia, la necesidad de tener a raya a la parte animal del ser humano ha sido de tal magnitud, que no hubo más remedio que proyectar una superpolicía en los cielos capaz de vigilar a los malhechores de la tierra. Un Poder Superior, cuyo castigo tuviese que ver con el más allá de la muerte, un miedo ancestral que todos, tarde o temprano, enfrentarían. La religión primitiva con sus códigos morales y sus castigos infinitos ha cumplido un papel fundamental en la educación de los pueblos que, gracias a un Dios supervisor y justiciero, hacía consciente al ser humano de la intención y consecuencias de sus acciones más secretas.
Pero la religión era algo más que una policía barata y excepcional que generaba miedo y represión a los mas primarios. La Religión era un camino para re-ligar al ser humano con un Principio de Orden Superior. Una fuerza organizada que se ha ocupado de transmitir y nombrar la relación trascendente del hombre y la mujer con el Espíritu. La religión, durante miles de años, también se ocupó de señalar la Bondad, el Amor y la Belleza como estados superiores de conciencia. Sin embargo, como toda institución humana, ha tenido un sin fin de despropósitos y errores que se han ocupado de ensombrecer lo que, de otra forma, habría uniformado las creencias de la sociedad entera.
Actualmente, muchas personas desarrolladas en la razón se han liberado de las creencias religiosas, pero con ello, también han cancelado su relación con el Espíritu. Tal reacción ha provocado un vacío de trascendencia desorientando a muchos seres que reclaman contacto con el sentido profundo de la existencia. Son personas que al quedarse sin religión, ignoran cómo acceder a lo más profundo de sí mismas. Desconocen qué ritos u oraciones los entonan con esa Inteligencia Superior sin caer en sectarismos e ideologías fanáticas. Muchos seres humanos de nuestro siglo, ignorantes de las vías hacia la esencia, temen entrar en sectas y escuelas espiritualistas que enreden a una parte de sus propias mentes sin alcanzar la paz y la lucidez que anhelan sus almas.
Así como gestionamos nuestro desarrollo material y asimismo, tejemos la red de nuestros afectos, también conviene aprender a recorrer los caminos que trascienden nuestra lógica y que nos permitan una expansión sostenida de la consciencia.
En la actualidad, todo lo que precisamos es a la carta, incluso el modelo que uno necesite proyectar de Dios dependiendo del grado evolutivo que se posea. ¿Un Dios justiciero?, ¿un padre benévolo?, ¿energía cósmica?, ¿Inteligencia Superior?, ¿acaso un Dios-Amigo?, ¿quizá el Corazón de todas las cosas?, ¿Infinitud?, ¿Océano de Conciencia?, ¿El Todo?, ¿El Profundo?, ¿Vacuidad?, ¿Presencia?, ¿Luz?
Y aunque la “forma” que cada cual proyecte de lo divino dependa de cada cultura, lo cierto es que la esencia es la misma en todos los clichés de la Historia. Todas las imágenes divinas acaban generando la misma experiencia de amplitud y el mismo deseo de bien, aunque el idioma y el rito marquen diferencias. Tal vez, merezca la pena no quedarse pasivo ante la nueva diversidad de caminos, sino más bien descubrir la propia vía que permita mejorar las condiciones de vida sobre el planeta.


En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.