ECUANIMIDAD – Inteligencia del Alma
Nisargadatta
Cuando nos vemos sometidos a la frustración y al conflicto, es fácil sentir que una parte de nosotros ha perdido la perspectiva y se ha enredado en el juego neurótico de la implicación. Uno se pregunta: ¿cómo salir de esta pequeña cárcel emocional? La respuesta señala que para salir de la limitación y disolver la tensión conviene recuperar la distancia y su consiguiente objetividad.
¿En qué consiste el desapego? Desapegarse es distanciarse y desprenderse de la identificación con el objeto que nos “engancha” y que, a su vez, nos impide vivir en el equilibrio y la ecuanimidad. En realidad, el hecho de desenredarse de una situación no supone actuar hacia fuera, transformando y manipulando lo exterior, sino más bien, trabajar hacia dentro del sí mismo desviando la atención del objeto que nos altera y dejando pasar el tiempo suficiente como para enfriar la atmósfera emocional. Una vez recuperado el estado mental de silencio y sosiego es el tiempo de la acción correcta.
¿Acaso existe algún cirujano que pueda operar asépticamente a su propio hijo? En general, los padres suelen sentirse demasiado implicados con sus hijos como para actuar con neutralidad. Sin embargo, tal apego también se extiende a otras personas, a las cosas, a la imagen, al lugar, a las ideas y a diversas formas de vida. Aprender a desprenderse del poder que dichos aspectos ejercen sobre nuestra conciencia es un acto de libertad. No se trata de abandonar las cosas o personas que queremos, sino de aflojar la relación interna de identificación y dependencia con las mismas. Para lograr este objetivo, hay personas que cada noche se despiden de la vida y se desprenden de todo lo que las identifica. Tal ejercicio es un salto a la libertad que, a la mañana siguiente, permite relacionarse con todo lo “perdido”, pero de una forma más ecuánime y serena.
El mencionado ejercicio recuerda a los antiguos ritos de iniciación egipcios en los que el futuro iniciado “moría” simbólicamente y más tarde, al renacer, ya vacío de apegos e identificaciones, recibía el merecido rango. Perderlo todo para ganarlo todo. Vaciarse para dejarse ocupar por la nueva Agua de Vida. En otros rituales antiguos, el corazón del iniciado era pesado en una balanza a fin de comprobar si estaba libre de apegos. En las prácticas Zen se conduce al sujeto a un estado de vacío mental para experimentarse desapegado, sin la carga de condicionantes que el ego racional arrastra.
El mayor testimonio de desapego es sentido cuando reconocemos nuestra identidad esencial y tratando de responder a la pregunta ¿quién soy realmente?, nos adentramos hasta encontrar el sujeto primordial, al Yo-Observación que por ser presente puro está mas allá del tiempo. Se trata de Un Yo-Totalidad-Infinitud cuyo reconocimiento, al alcance de todo ser humano, sucede a través de una íntima experiencia que señala la máxima expresión de desapego del ego racional.
Para superar las limitaciones que produce el miedo, así como los sutiles afluentes que éste filtra por todos los recónditos rincones de la mente, merece ejercitarse en el desapego. Para ello, conviene saberse retirar a un espacio de atención y silencio para recuperar lo esencial y liberar la consciencia de enredos con las partes más dominantes de nuestro ego. El miedo y el deseo condicionan la claridad del presente. Y para navegar por entre los polos extremos desde el noble sendero medio, conviene aprender a vivir en la observación sostenida. Sin duda, el ejercicio de desapego con la mente pensante más significativo y liberador de nuestra existencia.


En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.