Los hombres piensan que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. 

Gabriel García Márquez

Nunca es tarde. Si decidimos enamorarnos, llegará el amor a nuestra vida. Y, si por el contrario, pensamos que, dadas las circunstancias y las experiencias vividas, ya no nos podemos enamorar, sucederá que el sentimiento de amor no podrá latir en nuestra consciencia. Pero, en realidad, una cosa es decidir enamorarse y otra muy distinta es pensar que “necesitamos” al otro sexo y del sexo para sentir amor y, por tanto, buscar como hurones por entre sus madrigueras.

 

Muchas personas piensan que enamorarse conlleva obsesionarse con el objeto de su pasión y experimentar un baile de hormonas que más se parezca a un “chute” que a un estado de plenitud serena. Sin embargo, vivir en-amorado es vivirse fluyendo en la corriente de afinidad y empatía con la vida junto a otros seres que ríen y lloran. Vivir enamorado, en realidad, es vivir entusiasmado, un término derivado de en-Zeus-siasmarse, que significa “estar lleno de Zeus”, es decir, estar “lleno de Dios” con toda la calidad de energía-consciencia que cada segundo encierra. Una capacidad de la inteligencia emocional que permite darse cuenta a cada instante de que uno aprende y disfruta de todo lo que opta y llega.

 

Para estar enamorado no hace falta que exista una persona única y especial porque cuanto más enamorados estamos, más especiales son los amigos y hermanos de la vida, más entrañables son los hijos y los padres, más interesantes son los desconocidos, los animales y las cosas, más belleza vemos en el cielo y en la tierra y más conscientes somos del alma del mundo que nos cohesiona y rodea. Cuanto más enamorados decidimos estar, más sentido tiene sentarse a respirar, contemplar los pensamientos y permitir que las corrientes de vida circulen por el cuerpo y la cabeza. Si además existe una persona muy especial cuya danza de afinidades permite compartir el descubrir y muchas de las pequeñas cosas, es perfecto. Y si ésta todavía no ha aparecido, uno no deja de seguir enamorado del proyecto esencial de su propia vida en conjunción con otros viajeros que también escuchan la música del alma. Tan sólo se precisa activar riesgos íntimos que invitan a viajar desde dentro y convertirse en lo que uno ama.

 

El Amor brota en la comunicación sincera, en la contemplación del ocaso y en la música que nos emociona. El Amor surge cuando asistimos a la apertura de crisálidas y señalamos con ternura la dirección a las estrellas. El Amor nace cuando despedimos a un alma que recorrió ya su camino y cerrando los ojos cruza el puente hacia el Gran Alba. Es Amor lo que aparece cuando comprobamos que alguien resulta aliviado con aquellas claves de lucidez que compartimos en aquel momento de su desgracia. Es Amor lo que nace cuando sentimos nuestra vida como un rosario de perlas útiles a los propósitos evolutivos que, aquí y allá, nos llaman y convocan. El Amor brota cuando nos sentirnos útiles al propósito central que nos vocaciona. Se trata de un estado de conciencia que permite ver, cada día, un mundo nuevo aunque, a veces, parezca que no pasa nada.

 

¿Enamorarse? Sí y Sí. Amar es vivir despierto y surfear consciente y con destreza por entre los días de sol y tormenta. Usted sabe que nunca es tarde para decir sí quiero y hacerse amante del alma. Del alma del mundo y de la suya propia.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.