ÉXITO – Inteligencia del Alma

El verdadero éxito consiste en descubrir quién eres, en lugar de calcular qué serás.

Franz Kafka

¿Quién soy? Esa es la gran pregunta que el ser humano se ha hecho a lo largo de la Historia. Una pregunta tan universal y trascendente que su repetida formulación ha desarrollado el conocimiento esencial de la Humanidad. Sus diferentes respuestas han propiciado las sucesivas expansiones de consciencia que el ser humano ha conquistado de forma paulatina. ¿Merece la pena dedicar atención a una cuestión que  parece no proporcionar el último modelo de coche, ni el dinero de la hipoteca?

 

La respuesta más sensata es que “Sí” merece la pena. Nuestra visión del mundo exterior y concreto tiene mucho que ver con nuestra gafa de mirar la vida y con la actitud existencial desde la que nos movemos en el ahora. Nuestra jerarquía de valores y el sentido filosófico de la existencia pueden convertir muchas penas en crecimiento y dejar caducos los viejos modos de vivirse como víctimas preocupadas. En realidad, el hecho de reconocer el propio yo, nos ha llevado a declaraciones de amor que afirman: te quiero no por quien eres, sino por quien soy cuando estoy contigo. Finalmente, ¿no es el propio yo, con su mayor o menor dimensión, la  referencia por donde todas las cosas pasan?

 

Cuando alguien se identifica con lo que será cuando logre su particular victoria, en realidad, está mutilando al yo y engrandeciendo una sola parte del mismo. Uno en esencia no será nada de lo que ahora no es y siempre ha sido. Otra cosa es hablar de los yo-ideas que representará en la sociedad y que en su escenario profesional y familiar sacará a escena. El hecho de ser conocidos y valorados por nuestras profesiones o por nuestra posición económica, no quiere decir que uno crea ser ese personaje y caiga en la falacia de definirse con una idea tan estrecha., por ejemplo, con un: “soy fontanero o soy jueza”. ¿Por qué darle a una parte de nuestro yo superficial la totalidad de la propia identidad? Uno es algo más inefable e infinito que una actividad determinada. Uno es consciencia, observación inmutable y neutral del escenario de sus propias máscaras.

 

Si los padres piensan acerca de lo que va a ser su hijo en la vida, mejor será que le piensen como un espacio de felicidad consciente, en vez de, tan sólo, como abogado o torero. Mejor como una apertura al aprendizaje sostenido que como un funcionario o actriz de teatro. Es decir, con rasgos globales que se aproximan más al ser nuclear que a cualquiera de sus partes. Algo parecido suele suceder cuando alguien despechado descarga reproches a su pareja diciendo: “¡Eres un egoísta!” ¿Acaso no sería más Real afirmar: “Percibo a una parte de ti como una egoísta”? ¿Cuál es el porqué de este matiz?

 

Totalizar creyendo que alguien es lo que, simplemente, representa una parte de sí mismo es un decreto mutilador que ignora las otras formas que uno adopta. En realidad, somos mucho más que un adjetivo estrecho y miope con que se etiqueta y totaliza tanto a uno mismo como a otras personas. Por más egoístas o manipuladores que nos comportemos, tenemos conductas opuestas de generosidad y cariño que también tienen su espacio y que, cuando hay motivación, aparecen y se expresan.

 

Tengamos cuidado al responder a la pregunta, ¿quién soy? Cuidado al decretar a los demás con sus pequeñas partes que no son la identidad Real, sino más bien un yo etiquetado en escena. Reconocerse en la diversidad de roles ofrece un más claro despertar del yo esencial o espectador. El gran éxito de la vida consiste en reconocernos como la Infinitud y Totalidad que esencialmente somos y eludir la tendencia a pensarse y pensar a los demás como, únicamente, alguna de sus áreas.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.