INDEPENDENCIA – Inteligencia del Alma
No estoy en este mundo para llenar tus expectativas y tú no estás en este mundo para llenar las mías.
Tú eres tú y yo soy yo.
Y si por casualidad nos encontramos, es hermoso.
Si no, no puede remediarse.
Fritz Perls
Uno de los cambios más espectaculares que las personas del mundo actual están realizando se origina en la esfera de las relaciones. La evolución parece estar empeñada en hacernos ascender del nivel primario de dependencia al nivel desarrollado de independencia, y con ello, liberarnos de una de las fuentes de sufrimiento más habituales que el ser humano actual, a menudo, padece y enfrenta. Algo que se corrobora al observar a múltiples parejas y ex parejas envueltas en odio y violencia.
La dependencia es un patrón de relación que, en general, se hereda por contacto con el modelo parental en nuestra infancia. Un patrón que nos recuerda que “dos palomas atadas de las patas suman cuatro alas pero no pueden volar”. Se trata de una realidad basada en ideas y sentimientos tales como, “no puedo vivir sin ti”, creyendo que es “una suerte” tener a otra persona en dicha condición de esclavitud y necesidad. ¿Acaso todavía, alguien supone que dicha atadura existe porque la otra persona “nos quiere mucho”? Un tipo así de relación que se exterioriza disfrazada de amor, precisa de constantes mentiras y manipulaciones ya que, de otra forma, se reactivarían las heridas emocionales y sus derivados de rabia y aversión que suelen subyacer tras toda relación de dependencia.
Cuando una relación se basa en la constante satisfacción de las expectativas que tiene uno sobre el otro, puede afirmarse que dicho “amor” se basa más en las carencias que en el deseo de compartir. Se trata de roles que nacen en base a patrones de dependencia y que si no son bien observados, tienden a arrastrarse de por vida. Roles que, a menudo tienden a hacer coincidir a la madre-esposa y al padre-esposo con todas las consecuencias de experimentar apego que anulan la autonomía del cómplice, del amigo y del compañero con el que crecer y compartir a lo largo de la vida.
Toda expectativa, tarde o temprano, generará un estado de frustración con las consiguientes rabietas y reproches que un ser dependiente tiende a ofrecer en su “catálogo de manipulaciones”. El control sobre la otra persona se convierte en patológico y la relación emocional, en vez de disfrutarse, tiende a padecerse. La persona dependiente no vive su propia vida, sino que más bien vive “la vida del otro”. Son dos seres que no suman ni aportan al núcleo de la pareja, sino que se restan posibilidades de aprender y ensanchar horizontes. Muchas parejas actuales, cuyos miembros fueron educados en ambientes familiares de mentalidad dependiente, atraviesan esta difícil transformación hacia el nivel de independencia. Si este proceso crítico acaba en separación, sucederá que la pasada experiencia de dolor y “enganche” propiciará el deseo de emprender otra relación, aprendiendo a no repetir roles y apegos que, anteriormente ahogaron su autonomía y limitaron la libertad de ser uno mismo.
En realidad, las personas dependientes no saben lo que es el amor, saben lo que es necesitarse, complacerse, controlarse, reprocharse y manipularse. Algo tan tóxico como adolescente. Por el contrario, la independencia, lejos de parecer algo relacionado con el desamor y el egoísmo, es un patrón mental que no se contamina con las legítimas necesidades individuales, permitiendo que cada miembro cree un espacio de relación, primero con uno mismo, y, desde ahí, con su pareja.


En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.