En lugar de buscar la paz que no tiene, encuentre aquella que nunca perdió.

Nisargadatta

¿Hacemos ejercicio suficiente?, ¿nos alimentamos de manera sana?, ¿cuidamos de las relaciones afectivas?, ¿cultivamos nuestra mente?, ¿renovamos objetivos al finalizar cada ciclo?, ¿en qué medida contribuimos al bienestar de la comunidad?, ¿dedicamos un espacio de tiempo diario al silencio?

 

Si tenemos en cuenta los puntos básicos mencionados, estamos en condiciones de reflexionar sobre aquellos escalones superiores que apuntan hacia la gran pregunta que el ser humano se ha formulado a lo largo de la Historia. Se trata de la búsqueda de una identidad mayor que brota cuando satisfacemos los requisitos básicos de salud, dinero y amor que nuestra entidad psicofísica demanda.

 

El hecho de identificarse exclusivamente con el yo persona conlleva vivir en la zozobra de la impermanencia. Por el contrario cuando el yo se instala en el Testigo que observa, permite fluir en un estado de paz y desimplicación emocional que, en realidad, nunca hemos dejado de ser. El Gran Juego de liberarse de la reducida identificación con el yo superficial que figura en el carnét de identidad, pasa por salir de la amnesia y recuperar una neutra identidad esencial.

 

Sucede que, al pronto de nacer a la vida, olvidamos quiénes realmente somos y, por las consabidas reglas, nos “encapsulamos” en un psicocuerpo que tomamos por Real. Aquí comienza el camino del exilio, un viaje por la vida con la sensación de un “yo separado” que, para muchas personas, puede durar hasta la muerte. Un momento final en el que el río vuelve al mar y, de nuevo, la consciencia recupera la Totalidad perdida. Sin embargo, unos pocos seres logran salir de la amnesia sin perder el cuerpo físico, alcanzando un nivel de paz y lucidez que señala el fin de la gran dicotomía.

 

¿Cómo hacer para lograr tal liberación? Tal vez, lo primero que convenga sea entender el paradigma holístico por el que se afirma que todo está en todo y que somos Totalidad, aunque nos creamos tan sólo parte. Un ejemplo de esta idea lo puede representar el jefe de sección de una empresa que se cree tan sólo jefe de dicha sección y actúa como tal, olvidando que, en realidad, él también es “empresa”. Un supuesto en el que dicho profesional se ha vuelto amnésico de su dimensión superior o meta-identidad como ser corporativo. En este caso, el problema no está en creerse o no creerse jefe de sección, sino más bien, creerse exclusivamente jefe de sección y olvidar su otra identidad más amplia. La dificultad que enfrentan muchos seres humanos para reconocer tal identidad mayor, es que la ampliación de consciencia conlleva, a su vez, una gran apertura en las propias creencias, y no todos están dispuestos a los cambios y perturbaciones que este proceso conlleva.

 

La verdadera naturaleza del Ser es Luz, y la Luz es consciencia. La Física postula que la Luz ocupa todos los espacios en tiempo cero. Para la Luz todo es presente, es decir, que está en todas partes al mismo tiempo. Se trata de una cualidad también nombrada como omnipresencia de la que también participa la mente profunda del ser humano. En realidad, somos esa Luz que, como océano de consciencia, representa una Paz que siempre hemos sido y nunca hemos perdido. La ansiedad vive en las aguas superficiales que se agitan con facilidad mientras que las profundidades permanecen calmas. El camino para recuperar la paz esencial es un camino que va de la periferia a lo Profundo. Sin duda, un espacio éste en el que la interiorización y el silencio revelan el Ser trascendente que somos. Eso que nunca ha nacido ni nunca morirá.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.