Un hombre suplicó a su maestro que le perdonase sus pecados. Éste le dijo que bastaba con que procurase que su mente no lo inquietara.

Ramana Maharishi

Si le dijesen que hoy va usted a morir, ¿le mordería la culpabilidad soterrada por alguna acción cometida?. En caso afirmativo, convendrá que se entere bien que usted no es culpable. Existe una gran diferencia entre ser responsable y ser culpable. Somos totalmente inocentes desde que nacemos hasta que morimos. Lo que sucede es que hemos realizado acciones que no han sido aprobadas por una parte de nosotros. Nuestros códigos éticos y principios precisan coherencia, pero, finalmente, nuestras acciones son la resultante de un complejo programa de condicionamientos y circunstancias. El dolor del auto-reproche y la consciencia que reconoce nuestra perversión son suficientemente transformadores de futuras conductas. Somos mucho más que nuestras múltiples partes en juego.

 

El único infierno que existe está aquí, en una mente bajo el efecto transformador de una consciencia que se da cuenta del error y la negligencia. Vivimos en una cierta contradicción y no siempre nuestras acciones tienen la aprobación de todas nuestras partes. Hemos cometido muchos errores cuya parcialidad e incompetencia, tal vez no nos guste repetir. Pero mejor que otorguemos al error un cometido didáctico en vez de condenatorio. En realidad, hemos hecho en la vida, tan sólo, lo que en cada momento hemos sabido y podido. Lo que hemos sido capaces de hacer con el andamiaje mental de que disponíamos en aquel momento. El simple hecho de ser conscientes y de tratar de respetar a todos los seres, ya es un acto liberador. No existe error, en todo caso, tan sólo aprendizaje.

 

No se deje llevar por la “milonga” del arrepentimiento. Si sus acciones, por malvadas que hayan sido, le han servido para aprender y experimentar el sabor de la “metedura de pata”, bienvenidas fueron. No se deje llevar por el viejo programa mental de castigo celeste. Usted es Luz y, si conoce la oscuridad, le toca, en todo caso, alguna medalla por haberse “comido el amargor” que ésta conlleva en alguna parte de la ruta. Es usted totalmente inocente. Usted merece paz y bienestar por el simple hecho de existir y ser consciente. Quizá, en algún tiempo, haya usted vivido su particular infierno. Tal vez se trató de experiencias que le permitieron comprender otros infiernos ajenos que anteriormente condenaba. El hecho de reconocer su sombra y experimentar su propia desaprobación mientras se acepta, no sólo le permite comprender lo que tal vez antes despreciaba, sino que ahora, ya consciente de su contradictorio ego, fluye al mundo con más madurez y templanza.

 

Si usted actuó como actuó, tuvo sus razones. Su psicocuerpo es un complejo programa mental que, en cada momento, ha tomado las opciones de acción que precisaba. Tal vez, ahora es usted más consciente, y si volviese a vivir la misma situación, actuaría de otra forma. Pues bien, tal pensamiento de propósito futuro es un antivirus de la culpa. Aceptemos lo inaceptable y encontraremos un punto en el que todo lo hecho ha tenido sentido. Todo ha servido para llegar hasta aquí y ser como actualmente somos. Son las reglas del juego de los que abren progresivamente la consciencia.

 

Los modelos ideales de conducta sirven durante un tiempo pero, poco a poco, caen todos los ídolos. Es, entonces, cuando se accede a un flujo del sí mismo. El ángel y el diablo integrados en el “kit” de nuestra conciencia egoica. Lo importante es darse cuenta. En cualquier caso, derrámese eterno perdón e incondicional amor al llamado “pecador” que comprende y se da cuenta.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.