La libertad no es más que otra palabra para decir que no hay nada que perder.

Erick From

Aquel Samurai sostenía una fuerte contienda a espada frente a su enemigo en lo alto del puente de piedra. Sus golpes certeros, fruto de una larga disciplina, no tardaron mucho en desarmar a su oponente, arrojando lejos su única arma. El Samurai, entonces, levantó su afilada Katana para asestar el golpe fatal, cuando de pronto, el vencido adversario, en un último y desesperado ataque de rabia, escupió al excelente maldiciendo a su madre y ultrajando el honor de una estirpe sagrada. Las palabras de aquel desgraciado hirieron el ego del Samurai que despertó sentimientos insólitos de odio y venganza. El golpe de suerte para acabar con aquel esbirro, ahora sería más fuerte y más brutal. Separaría su cabeza de un tajo y, de paso, calmaría su orgullo perturbado y su herida egoica.

 

Pero de pronto, un relámpago de lucidez, permitió que el Samurai se observara. Se vio a sí mismo tenso y lleno de odio. Se dio cuenta que había sido vencido por el insulto y que había faltado a la Regla, durante tantos años entrenada. Avergonzado por la pérdida de su atención, bajó su arma y ante la atónita mirada de su agresor, se retiró un paso, miró al horizonte y respiró profundo mientras su mente enfebrecida se calmaba. Al poco, habiendo recobrado la neutralidad y la calma, se acercó al desconcertado enemigo y le asestó un golpe preciso que, al instante, acabó con su vida, sin un rictus, sin satisfacción, vacío de toda cólera. Un golpe con el que tan sólo cumplía su misión como guerrero, de manera ecuánime y desapegada. Durante unos instantes, había conocido la esclavitud del orgullo herido, pero su trabajo de atención y consciencia permitieron que, de nuevo, recobrara la libertad perdida, la identidad real de su Ser, más allá de la persona.

 

En realidad, no tenemos más que este instante. El pasado ya no existe y el futuro es una idea ilusoria. ¿Qué puede uno perder? En realidad, todo sufrimiento está en la mente, en los apegos que esclavizan, en los condicionamientos limitadores y en las dependencias emocionales con las personas y las cosas. Cada día es una vida en la que nuestro ego “muere” cada noche, justo cuando nuestra consciencia se apaga. Cuando entramos en el sueño y cesa el control y la advertencia, alguien puede despertarnos y decirnos: “Has dormido durante diez años. Te hemos alimentado con sueros. Eres todo un caso raro”. ¿Diez años? Exclamaríamos asombrados. Al no ser conscientes, da igual diez días o diez milenios. Al aparecer la consciencia, todo el universo comienza de nuevo. El mundo se pone en marcha. Nace el tiempo, las posesiones, los afectos, los deberes y placeres de la jornada. En realidad, lo único que da existencia a lo que poseemos es el vivir consciente y despierto.

 

Cada noche, al entrar en el sueño, conviene soltar todo. Adiós al ego, a las heridas e ilusiones, tan sólo agradezcamos lo vivido para entrar en paz a la conciencia oceánica del Todo. Tal vez, si alguien está despierto, le sucederá que, mientras duerme, podrá observar sus sueños. Se trata de una mente que mientras sueña, se entera de que está soñando. Si eso nos sucede algún día, aprovechemos la lucidez que permite crear el guión y cambiar a voluntad el argumento de los propios sueños. ¿Se trata tan sólo de un juego? ¿el juego del vivir en la mente que crea escenarios insólitos sin esfuerzo?

 

Libertad es saber que aquello que nos sucede es tan relativo que tenemos opciones de vivirlo tal y como decidamos imaginarlo. Libertad es observar que la mente tiene dos clases de sueños, los de noche y los de día. El verdadero despertar, es decir, el que de verdad libera, consiste en darse cuenta de que la vida es una especie de Gran Sueño. ¿Una película?, tal vez… y nosotros sin saberlo.

 

Si quiere usted Libertad… suelte y despierte. Si quiere usted Despertar… sepárese y observe.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.