Cuando nos sentimos abrazados por la presencia del otro, encontramos ese espacio en el que poder desplegar todo lo que llevamos dentro. Desde ese lugar de presencia amorosa, que no juzga, es desde donde acompaño, para que la persona pueda ir vaciándose, a su ritmo, de todo lo que trae, del dolor, de los bloqueos,lo que toque en ese momento, permitiendo que brote lo esencial, desde un lugar profundo. Cuando estoy delante de una persona, siento una inmensa admiración, está ahí, abriéndose, mostrándose. Me siento privilegiada y me entrego a lo que surge, conectada con mi corazón y con el momento presente.