Lo comprendido hasta ahora me dice que de nuestras fragilidades surgen nuestras fortalezas, como aseguraba Sigmund Freud. El síntoma es un un sistema de alarma. Nos avisa de que algo no funciona, estableciéndose así en un punto de inicio para hacer revisión de nuestra vida, permitiéndonos construirla de forma más plena y feliz. Desde mi vivencia personal, esto no es una creencia teórica, sino algo sentido y experienciado.

Pocos sentimientos humanos me son ajenos, incluida la desesperanza, por ello tengo especial facilidad para conectar con el sufrimiento de mis iguales. Sin juicios, comunicando desde el alma, el corazón, y sabiendo que cuantas más capas sanemos, más emergerá aquello que somos en esencia: alegría y amor.

Ofrezco un espacio de aceptación, validación y confidencialidad incondicionales, que facilite la salida del vacío y confusión en los que muchas veces nos encontramos. Poco a poco iremos hallando las respuestas a las encrucijadas vitales que nos aquejan, acompañando siempre desde la escucha empática y respetuosa.