Vivir más plenamente conlleva el coraje de mirar hacia dentro, de abrazar a todas las partes de nosotros mismos, de travesar nuestro mundo interno y visitar los lugares obscuros adonde se esconden los preciosos tesoros que llevamos dentro.
Cada crisis, pérdida o dificultad nos regala una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Desde esta mirada podemos transformar nuestro dolor en impulso integrador y constructivo, desplegando nuestros recursos internos. Con una actitud amorosa hacia nosotros mismos y el otro, salimos a la vida transformados, más completos y con la confianza en algo mayor que nos invita a crecer.