SANACIÓN – Inteligencia del Alma
Teresa de Calcuta
Cuando uno se siente impotente y acongojado ante una situación dolorosa, tiende a levantar la mirada al cielo buscando un Poder más grande, un Remedio Supremo que le devuelva la confianza. Son momentos en los que las razones ya no sirven y la lógica parece no poder resolver nada. Es entonces cuando se apaga el ego, la mente se vacía y aflora nuestro niño interno que no piensa ni analiza con lógica las circunstancias. Nuestra mente, entonces, es ocupada por el ser que esencialmente somos y que, simplemente, se abre a la vida y demanda un milagro de Amor y Magia.
El dolor actúa como un cohete que surca espacios internos en busca del Dios-Amigo. Uno sabe que cuando el dolor aprieta, uno demanda esa fuerza benévola capaz de mover las galaxias y sanar las heridas internas. Cuando el dolor de la pérdida contrae nuestro pecho y nadie nos acompaña, sólo queda el Universo Infinito capaz de hacer milagros en lo más profundo de nuestra conciencia. Y sucede que tras la entrega de nuestro corazón a las estrellas, no tardamos en entender y aceptar lo sucedido mientras superamos el duelo y creemos, de nuevo, en la vida y en el alma de las personas.
Cuando uno sufre, lo primero que hace es poner en marcha su inteligencia y rastrear toda clase de recursos que hagan posible la salida del problema. Sin embargo, no siempre es posible cambiar el rumbo de las cosas y es entonces cuando no hay más remedio que aceptar con todas las letras. Se trata de un estado vacío de ilusiones y desprendido de apegos a ideales acerca de un mundo de luz sin sombras. Son momentos en los que el muro se agrieta mientras lágrimas temporales resbalan por la cara. A veces, uno se enfada ante el infortunio, sin saber del todo que el “ cabreo de fondo” es un antídoto para la tristeza y la depresión que le acecha. Mientras tanto, uno intuye que la evolución avanza a base de aperturas de consciencia que, muchas veces, suceden a costa de la muerte de las viejas formas.
En medio del dolor, late la compasión infinita que “detrás de la escena” actúa como depósito de una extraña y poderosa fuerza. Uno sabe que cuando alguien dirige una mirada sincera hacia dentro, conmueve al corazón del Universo que, a través de sus Leyes, evoca increíbles respuestas.
“Llamad y se os abrirá”. “Buscad y encontraréis”. “Pedid y se os dará”. Mateo. 7.7 Palabras sagradas pronunciadas por aquél que amó a todas las personas. Permita usted ahora a su ser interno hablar y deje partir a la razón escéptica. Tal vez, no son tiempos de contabilizar la validez de las ideas, sino de permitir que se exprese lo más Profundo de uno mismo, lo valioso de nuestra existencia.
Nadie le devolverá a su ser querido, pero sí encontrará la paz que busca su alma. Nadie le podrá evitar lo que ya ha sucedido, pero sí es seguro que la vida le proporcionará crecimiento y alegrías de una calidad que nunca imaginó antes de la pérdida. El diseño del camino, a veces, es extraño. Sin embargo, hay algo muy grande dentro y detrás de la escena. Un algo inefable que, a veces, nos pide el precio momentáneo de una muerte interna. Más tarde, y llegado el tiempo del alba, sentimos que renacemos, pero ahora más maduros y templados, más conscientes y compasivos, más centrados en lo que verdaderamente importa. Un tiempo de amor que tan sólo dice gracias.
A veces duele mucho … sin embargo, uno sabe que sirve de algo, y que además, todo pasa.


En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.