El que lo fuerza lo estropea. El que lo agarra lo pierde.

Lao Tse

¿Qué mensaje nos ha querido transmitir la fuerza de Goliat enfrentada a la inspiración acción de David? Tal vez, el hecho de forzar situaciones, personas y cosas, parece estar reñido con un final feliz. La vida nos enseña, una y otra vez, que el hecho de aplicar más fuerza que la justa, supone un dar la vuelta al objetivo perseguido, convirtiendo en perjuicio lo que antes era bonanza.

 

El ser humano que se busca a sí mismo como principio y fin de su aventura en la tierra, conforme se acerca a los niveles más recónditos de su ser, retira aquella fuerza del músculo y deja paso a la suave inofensividad del alma. La garra que nació para agarrar y permitir sobrevivir al cuerpo físico ya no sirve como herramienta para abrazar la levedad Supramental. Y si en un tiempo la vida demandaba el desarrollo de la fuerza y el enfrentamiento a la naturaleza, una vez de vuelta a casa, es la ternura y la caricia del silencio las que reman con mayor velocidad hacia el puerto del alma.

 

El acto de fluir refleja ese suave resbalar de las aguas del río por el cauce hacia el mar. Fluir habla de observar cómo sucede el devenir sin despistarse. Fluir habla de comprobar cómo, sin forzar la propia intervención en el desenlace de los acontecimientos, las cosas encajan por sí solas en una dirección insospechadamente óptima. Fluir significa sujetar delicadamente al ego, con sus miedos y deseos, y abrirse a la sintonía de un yo global más sabio que propicia aquella victoria en la que todos ganan. Fluir significa apostar por la Confianza, con mayúsculas, en un principio de orden superior, a través del cual se mueven las fichas de la vida de manera sabia y misteriosa. Un flujo que avanza sin el miedo que propicia el no control de un agobiado ego que vive agarrado a la falsa seguridad de la tensión y la ansiedad anticipatoria.

 

Fluir es dejarse inundar por el presente sabiendo que el río de la vida discurre por entre las dos orillas de la claridad y la confusión, mientras el uno mismo observa a ambas. Un tercer punto más allá de ellas. Fluir significa que la tristeza no perturba y que la frustración no nos arrebata del sólido promontorio interior desde el que atestiguar con la suave y benévola sonrisa del alma.

 

Fluir por la vida es situarse en el Testigo primordial, neutral y ecuánime que, de manera inafectada y totalmente imperturbable, observa el juego del dolor y del placer mientras el psicocuerpo crece, se desarrolla, decae, envejece y muere. Sin duda, a quien le sucede todo este proceso del vivir en un cuerpo, es al yo-Espectador de la aventura de la conciencia. El Testigo que observa a la mente soñadora de realidades estimulantes y contradictorias.

 

Unos lo llaman Tao, otros, simplemente, Alegría sin causa. Pero también se le llama, Bondad Primordial, Pura Consciencia. Tan sólo nombres que apuntan a ESO que somos en esencia. Una Identidad Suprema que no ha nacido ni morirá porque existía antes y después del Big Bang, porque está fuera del tiempo y pertenece al plano del Ser que llamamos infinito. Si uno lo busca, tal vez, malgasta su tiempo porque nunca lo perdió. La humedad nunca pierde al agua. El sol siempre está ahí aunque no lo veamos por las nubes. Sucede que Eso que en realidad somos es El Todo, algo que el ego no puede concebir, mientras no sea ampliado y trascendido en momentos ocasionales de Gracia. Instantes cargados de infinitud en los que brota la verdadera naturaleza de la mente profunda, en donde se derraman entre lágrimas de júbilo oleadas de gratitud y ternura.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.