Lo conseguimos porque no sabíamos que era imposible.

Gustavo Montilla

Para que la mente logre superarse, no sólo precisa de metas, sino también marcarse listones bien altos capaces de actualizar potencialidades insospechadas. Nuestra excelencia como personas precisa de un sistemático establecimiento de objetivos y de la aplicación de una Tecnología del Logro que haga posibles nuestros fines. Para ello, conviene no sólo contemplar como posible aquello que se quiere, sino también poner inteligencia y trabajo para convertirlo en probable. En realidad, para lograr lo que uno desea, ¿qué mejor que emocionarse con el objetivo y establecer estrategias minuciosas de llegada? Más tarde, y para involucrar nuestro inconsciente en el logro, será muy útil visualizarse a uno mismo en la fase final del objetivo, es decir, inundado de alegría con las metas ya realizadas.

 

La historia de la Humanidad es una verdadera carrera de la imaginación hacia proyectos que han motivado al ser humano, más allá de los límites conocidos por su memoria. Una carrera que comienza por superar la peligrosa creencia de la “imposibilidad”, un virus letal que actúa saboteando el nacimiento de las experiencias deseadas. Se trata de afrontar un reto a la imaginación creadora que haga posible lo que, en principio, parecía imposible por nuestras creencias limitadoras.

 

Las creencias son los verdaderos fabricantes de lo posible y constituyen el programa creador por excelencia. En el pasado decíamos: si lo veo lo creo, y si no lo veo no lo creo. Sin embargo, ahora que somos algo más conscientes del funcionamiento de la mente, decimos: si lo creo lo veo, y si no lo creo no lo veo. Cuando alguien intenta algo, una y otra vez, y no lo logra, lo que en realidad sucede es que, en el fondo de sí mismo, no se cree lo que aborda. El programa de creencias que subyace en la mente humana se conforma en la infancia y constituye el cimiento de nuestras acciones e ideas. Lo que hoy hemos alcanzado en la vida es justamente aquello que, en el fondo, creemos posible y merecido para nosotros. Tal vez, ni más ni menos. Como dijo el lúcido: Con fe moveréis las montañas. Palabras que durante siglos han hecho referencia a la creencia en el logro como la cualidad que genera confianza total en que lo pretendido no sólo es posible, sino plenamente probable y merecido.

 

Los factores claves para el éxito consisten en hacer lo que nos gusta y amar de verdad aquello que pretendemos. Algo que ver con la sintonía existente entre nuestra actividad cotidiana y el propósito central de nuestra existencia. La manera de integrar el sentido de nuestra vida en la actividad profesional de cada día, supone convertir nuestro propósito central en objetivos y metas conscientes.

 

Si el propósito central consiste, por ejemplo, en contribuir al bienestar de la sociedad, sin duda, uno de nuestros objetivos consistirá en desarrollar la propia formación para ser más competentes y eficaces. A partir de ahí, nacerán conjuntos de metas cortas y plenamente abordables que, como pequeños escalones, nos conducirán a la llegada.

 

El trabajo de ser feliz empieza en uno y termina en uno. Si uno mismo es feliz, todo el Universo es un poco más feliz. Y tal vez, ésta sea una gran forma de contribuir a la felicidad global. Pero, ¿creemos que ésta es realmente posible?, ¿qué creencia tenemos acerca de dicho estado?, ¿acaso creemos que la vida es una especie de camino de pruebas en el que debemos sudar la perfección?, ¿creemos acaso que la felicidad es una utopía para ser vivida tan sólo en un hipotético más allá? Si existen creencias de este tipo, por más que se anhele vivir un estado de serena plenitud, nunca se logrará. Y si eso es así, ¿qué puede hacerse en tal oscuridad?, ¿qué tal encender una cerilla?

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.