Nunca trates de enseñar a un cerdo a cantar.
Perderás tu tiempo y fastidiarás al cerdo.

Proverbio ruso

Efectivamente, los cerdos no pueden ni quieren cantar, aspecto que recuerda que el mundo es perfecto tal cual es, con sus heces y sus rosas. Si nos esforzamos en lograr que nuestra madre o nuestro amigo de la infancia lleguen a interesearse por el resplandor del silencio profundo que nosotros justamente hemos descubierto, desgastaremos nuestra llama y degradaremos el rango de los que la encienden. Cuando uno se siente conmovido por un modelo o por una información, tal vez sienta deseos de clonar dicha impresión a otros seres cercanos que, sin embargo, pueden no estar en condiciones de “catar” tal apertura porque, tal vez, recorren otro camino o todavía es temprano.

 

Si en nuestra vida hemos logrado levantar un poco la cortina de la niebla, si tras buscar hemos descubierto la parte del Misterio que se nos revela, si hemos accedido a la expansión de las miras y si hemos nacido como personas sensibles al alma, es comprensible que deseemos que nuestros seres queridos abran la misma puerta y disfruten de la misma llama. Un deseo legítimo que no siempre es posible satisfacer. En los asuntos del alma, hay que esperar a que la fruta esté madura. Más tarde, sucede que cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro. Un maestro que, en realidad, es elegido por el discípulo que intuye cuando su propia mente está en condiciones de digerir la enseñanza.

 

Si un día logramos ver el rostro primordial de la Belleza y llegamos a sentir en el corazón la grandeza del alma, guardémoslo en lo íntimo de nuestro Ser y compartámoslo cuando todas las señales así lo propongan. Más tarde, cuando uno madura, el fanático da lugar al sereno humanista y el predicador se convierte en el gran amigo que camina junto al alumno al ritmo que éste precisa. Si está usted buscando alguien con quien compartir y mostrar lo que ha descubierto, no dude que éste llegará, pero no se adelante y no ofrezca perlas a los cerdos. Si llega un día en el que alguien quiere de sus perlas,  se lo hará saber de una y mil formas.

 

En realidad, no es superior aquél que ha levantado la cortina de su mirada interna. En materia de seres humanos, nadie es superior a nadie, simplemente hay seres más adelantados en la expansión de consciencia. ¿Acaso se trata de entidades con más tiempo de presencia en el tablero del Gran Juego? Tal madurez, no sólo proporciona una visión más expandida, sino también un incremento de la sensibilidad y el respeto que merecen todas las formas de vida. A mayor nivel de apertura, mayor discreción y mayor sentido de la oportunidad al mostrar lo inefable y enseñar a encender la llama. El primero que hace el camino se convierte en maestro y, más tarde, tras haber aprendido a observar, irradia su lucidez con discernimiento e inteligencia. El maestro no pretende impresionar a ningún auditorio, sino que ofrece de su manantial en la medida que el discípulo puede entender y asimilar sin que este proceso lleve implícito la divinización de su persona y el precio de la sumisión, a menudo manipuladora, de muchos tempranos comunicadores.

 

Si usted capta la melodía de las estrellas y expande su consciencia, lo que sí sabe es entender el lenguaje del corazón humano. No trate de enseñar a un cerdo a cantar. Ofrezca bellotas y aprecie su jamón. Si siente deseos de compartir lo que usted ha descubierto y le arde muy dentro, respire profundamente y observe como su ejemplo cotidiano habla más elocuentemente que sus palabras.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.