Si deseas felicidad durante una hora, tómate unas copas.
Si deseas felicidad durante un año, enamórate.
Si deseas felicidad durante toda una vida, hazte jardinero.

 Proverbio Chino

“Tomar copas” proporciona expansión en un principio y, en muchos casos, dolor de cabeza. Sin embargo, las calles de nuestras ciudades están llenas de “droguerías” que las dispensan, tal vez porque nos gusta utilizar pequeños chutes para cambiar la frecuencia mental y dinamizar los circuitos más anquilosados de nuestra vida. El estímulo que el alcohol proporciona es fugaz y, en ocasiones, tiende a eclipsar las verdaderas motivaciones de la existencia. Huir hacia delante, mientras se sigue tirando de las reservas, es una postura arriesgada que merece un serio aprendizaje de la medida.

 

“Un gramo cura. Gramo y medio gramo mata”, decía el gran alquimista Paracelso. El arte de la medida justa que cada persona y cada ocasión merece, es la mejor garantía de equilibrio. No exagerar ni por defecto ni por exceso y saber, en cada momento, cuál es esa pitagórica proporción que nos conviene, supone el arte de vivir. Es por ello que, cuando se busca paz y bienestar, cualquier forma de exageración supone no sólo fracaso, sino ignorancia.

 

El enamoramiento, a diferencia del amor, es una inflación hormonal menos tóxica que las copas, pero que también puede crear adicción. Hay personas que lo viven como una bomba de endorfinas que la naturaleza desencadena en ellas para poder engancharsea una nueva noria. En ocasiones, si sus efectos duran más tiempo, sirve para aprovechar dicha revolución y construir una familia que asegure la supervivencia. Otras, lo viven como una oportunidad de aderezar al sexo-comunicación con sentimientos de complicidad generosa. Otras personas abren, todavía más, el abanico de niveles y sienten el enamoramiento desde el profundo, posibilitándose una relación que despierta la consciencia y facilita todo un programa de asalto al alma. En cualquier caso, el enamoramiento ofrece el reto de convertir la inflación de los sentidos en un apertura de alto voltaje a las profundidades internas. Sin duda, un proceso mágico con sabor a destino.

 

Dice la antigua sabiduría china que hay un tiempo en la vida para hacerse jardinero. Por ejemplo, cuando se ha vivido durante muchos años en una gran ciudad con una exagerada dosis de lo cuantitativo y virtual. Es ése un momento en el que estamos maduros para escuchar la suave y determinante llamada que la naturaleza nos hace para ofrecernos calidad y sosiego. Cuando esto sucede, no parece que uno deba resistirse al inminente abrazo a la vida que esta expansión, a la naturaleza, conlleva. Un retorno que facilita el arte de la contemplación que, sin duda, es una de las más altas cualidades de la esencia. Atrás quedó el exilio lateralizado de una vida exclusivamente prosaica y mental, alimentada por un productivismo sin sentimiento ni corazón.

 

El jardinero puede ser una vocación tardía para aquellos que, al volver a la naturaleza, no pierden la cabeza, ni involucionan hacia formas de vida preconscientes. Dicha vuelta no supone separación de la cultura ni el abandono de aquellas enseñanzas que aportaron la individualidad y la libertad de la gran urbe. El retorno está más allá del péndulo que discurre “de la ciudad al campo y del campo a la ciudad”. El jardinero maduro ha realizado la integración entre tecnología y naturaleza en el seno de una Conciencia Integral. Sucede que, entonces, uno no sólo cultiva el jardín de su entorno exterior, sino también las flores y los frutos de paz y sabiduría de su propio corazón.

Fragmento del Libro “Inteligencia del Alma. 144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo” José María Doria
Libor Inteligencia del Alma
Cartas Inteligencia del Alma

En un mundo como el actual, en el que predicadores y vendedores de ideas prometedoras se reparten la energía de los buscadores, Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer «el días de hoy» y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual confusión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser mediante el cotidiano recorrido de las 144 avenidas neuronales que la conforman.