Mi vida es sencilla: me gusta hacer bicicleta y nadar cuando me es posible. Es de destacar mi amor por los animales y, en particular, por tres gatas que conviven con mi pareja y conmigo. Me gusta escribir acerca de la comprensión que destila cada tramo del camino a través de conferencias, retiros y escritura de libros.
Entiendo que el amor que somos se manifiesta en interés por la vida y en la humanidad compartida. De hecho, saboreo los encuentros didácticos que realizo con La Escuela y aquellas sesiones particulares de acompañamiento en las que, de una forma u otra, se evoca la dimensión profunda del ser.
Mi corazón rebosa cuando ocurre un «click» de comprensión en mi interlocutor y se hace presente el trasfondo que a todo incluye y trasciende. Siento alegría cuando acompaño a quien rinde su ego y se deja fluir en la confianza y la aceptación. Todo esto sucede envuelto en la belleza que brota al abrir el corazón a la Realidad Una en quietud y vacuidad.