Desde el respeto, el reconocimiento y la confianza de que en cada uno de nosotros y en nuestro interior, se haya todo un potencial de fuerzas naturales necesarias para afrontar la adversidad y sanar nuestras propias heridas.
El silencio, la meditación, la quietud interior, un estado de presencia, de calma y armonía, serán los espacios de centramiento desde los que brote una respuesta coherente y autentica a lo que la vida te presente.
Lo cotidiano, la realidad personal con su infinita sabiduría, nos pone a cada uno delante en forma de pérdidas, crisis, rupturas… oportunidades para autotrascendernos, crecer, evolucionar y transformarnos, ofreciendo en cada momento poder dar la mejor versión de nosotros mismos. Escuchando nuestra voz interior, dejándonos guiar por ella y alineándonos en todas nuestras dimensiones.
Los acontecimientos dolorosos encierran en sí una semilla de crecimiento personal y liberación interior, nos revelan algo que no sabíamos acerca de nosotros mismos, nos invitan y desafían a conocernos mejor y por consiguiente a crecer, acceder a la vida, la libertad y su maestría es motivo de agradecimiento y de asombro.